De árboles, entrenamiento, magia y apropiacionismo

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Sector de los jardines del Turia, en Valencia, donde los árboles son de la especie llamada Palo Borracho

Hoy amanecí con pensamientos ansiosos y fui a entrenar al río (jardín) Turia, en Valencia, donde vivo.
En el río -aunque ya no lo sea, pero así le llamen (y me gusta)-, hay distintos tipos de árboles agrupados a lo largo de su extensión, que será de algo más de 8 kilómetros. Mi parte favorita es donde están unos árboles que en Argentina se llaman «Palo Borracho» y son éstos gigantes de tronco panzudo que ven en la foto. Cuando vengo a correr y, de pronto, tras cruzar uno de los tantos puentes que atraviesan los jardines, entro en la zona de los palos borrachos, siento que ingreso en la región de unos gigantes que en mi imaginación tienen una voz muy grave y hablan con muuucho letargo, como si fuesen unos viejos magos sabios, ociosos, pacientes y hasta un poco perezosos. Atravieso este tramo con una sensación de estar protegida, maravillada y también con una sonrisa (real), porque también hay algo de toda esa figuración o personificación mítica y mágica que me causa gracia. En mi imaginación son gigantes sabios, lentos y divertidos.
Hoy, en cambio, vine a entrenar fuerza, equilibrio, jugar un poco con posturas de yoga y secuencias de baile contemporáneo que no me salen y elongar (sobre todo), así que estuve observándolos y rodeándome de éstos personajes durante más de dos horas. Son árboles que grafican de manera muy clara la relación respetuosa que le debemos a la naturaleza. La base firme, arraigada y curvilínea, que provoca ganas de abrazarlos, y los conitos-espinas que aparecen conforme el árbol gana altura, nos recuerdan la importancia de soltar luego del abrazo y dejarlos en paz. Más allá de esta interpretación, hoy estaba tomándoles una foto, en plena pausa entre series de abdominales, y los vi como si fuesen un gran bowling de la naturaleza. La disposición alternada, la base estable, la curva que se pronuncia apenas uno sube la mirada desde la raíz y el tronco que luego va afinándose hacia las alturas. Vi el bowling al que juegan otros gigantes, ahora ausentes, que dejaron la pista lista para la partida nocturna. Esa vida secreta que cobra el jardín-río cuando nosotros, los intrusos diurnos, nos retiramos a dormir. Así que me volví a sonreír con esta imagen entre lo real y lo mental y pensé en una cita que usé una vez para una de mis obras, y que saqué de un libro de biología de mi mamá, que dice: «(…) En su más pura expresión, la evolución cultural en los humanos se realiza por imitación». En su momento, para mi obra, me apropié de la cita y a la idea de imitación le agregué la palabra manipulación, entregada a la idea de que en realidad no hemos inventado nada nuevo, sino que lo que hacemos es observar y replicar formas y acciones que están a nuestro alrededor, y nuestra creatividad, en tal caso, tiene más que ver con el contexto donde insertamos cada réplica o mímesis que llevamos a cabo, más que con la creación en su definición más estricta.

Fragmento de una de mis obras, "respuestas y no respuestas al orden del pensamiento", de 2014, donde se lee la cita mencionada
Éste es el fragmento al que me refiero, de la obra, «respuestas y no respuestas al orden del pensamiento», de 2014

La pureza no es un concepto que jamás me haya atraído en ningún sentido. Es más, me atrevo a decir que a ese concepto se podría deber gran parte de las emociones o sentimientos como son la culpa, la angustia y la frustración. Una línea muy del tipo causa-efecto si se considera cualquier meta, ideal u objetivo asociado a cierto tipo de «pureza» concebible y luego, probablemente imposible. Aclaro que si algo de todo esto mencionado les resuena con la educación católica, no es coincidencia, evidentemente. La pureza se figura en la caracterización de cualquier cosa, evento o concepto, como algo que debiera ser ordenado, intacto, virgen, casto y, si indagamos en definiciones, que tiene que ver con la cualidad de «doncellez». Ni la profundidad ni la superficie de la noción de doncellería resisten para mi hoy ningún tipo de análisis o defensa, y es que, además, ninguna instancia del devenir natural del universo puede asemejarse a la condición de pureza. El orden y la posibilidad de permanecer intacto de cierto sistema o cosa, demandan según la física una cantidad de trabajo, que es además un gasto de energía, del que cualquiera de esos sistemas va a prescindir si lo que pretende es la supervivencia. La pureza en su permanencia opera como esa meta que demanda trabajo y un desgaste energético que va contra la propia entropía universal. (Disculpen si tengo cierta debilidad por la grandilocuencia 🙂 )

Nicolas Bourriaud es un crítico, teórico y curador francés que en uno de sus libros, Post-producción, habla sobre cómo desde los 90s (esa década polémica y a la vez amada en tantos inconscientes semi-colectivos) la cantidad de obras de arte creadas sobre la base de otras obras y objetos culturales pre-existentes, aumentó -y continúa aumentando-, como respuesta o parte de la inevitable proliferación del caos en la era de la información. El llamado apropiacionismo, que se introdujo en ese entonces, ya no es novedad alguna en una cultura donde los memes son el resultado inevitable de los eventos y noticias que nos rodean a diario, y siempre sentí que así como los memes aportan humor a la vida diaria, el apropiacionismo traía un poco de alivio a la angustia que genera la demanda de originalidad para expresarnos, vestirnos o hacer lo que sea que vayamos a crear.

Hace un par de meses una amiga me prestó un libro del que me enamoré y recomendé yo luego, cuya autora me tiene fascinada por la forma en la que me pasea entre temas de lo más diversos y aparentemente inconexos, descripciones de la naturaleza que me permiten visitar esos lugares y caminarlos con ella, historias que le pertenecen a su propia experiencia, pero que yo también logro sentir, y la justa medida en la que deja espacio para que todo se una y cobre sentido en cada capítulo, sin llegar a la explicación evidente. El libro en cuestión se titula Una guía sobre el arte de perderse y su autora es Rebecca Solnit. Sin entrar en descripciones puntuales sobre el o los temas del libro, lo traigo a colación porque la manera en que ella recupera y combina historias, elementos y datos independientes entre sí, y los hace converger, me recuerda a la apropiación de Bourriaud, la (hermosa) imposibilidad de pureza, la tesis de Boris Groys que dice que aunque no todos produzcan obras de arte, en el mundo contemporáneo, todos somos una obra1 y también al grupo de palos borrachos que hoy en los jardines del Turia fueron un bowling de gigantes.

Al final del día la fuente de mi ansiedad matutina, que tenía que ver con llegar o no a fin de mes, usar ahorros vs la lista de para qué los quiero, cumplir con otras listas de la agenda diaria y asegurarme que además consideren tiempos reales y realizables… TODA esa fuente de ansiedad, fue silenciada y hasta aplastada por los gigantes panzudos de esta mezcla entre diversión y maravillas de la naturaleza. Además, sin querer queriendo, la cascada de imágenes evocadas sirvió de vínculo con otros datitos y autores que fui recordando del mundo teórico del arte, para reivindicar algo de la imitación como una forma posible de originalidad en nuestra vida diaria. Si logré, aunque sea, una fracción mínima de esa cadena de vínculos, es que estoy aprendiendo de Solnit.
Y si disfrutaron esta entrada o pudieron apropiarse de alguna imagen o párrafo, suscríbanse por favor y/o compartan este espacio en sus redes, que crecer es una acción colectiva <3. Además, celebro y agradezco cualquier comentario que les surja.

<Buen día, buena tarde, buena noche>



  1. VOLVERSE PÚBLICO, Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea. Groys, Boris. (2014). Caja Negra Ediciones. ↩︎

2 respuestas a “De árboles, entrenamiento, magia y apropiacionismo”

  1. Avatar de Cami
    Cami

    Venía vaga con la lectura, y siempre me das ganas de leer. A vos y tus recomendaciones. Y hacerme un café. Me da bronca ser tan obediente.

    te quiero hasta el infinito

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    1. Avatar de Lole Remon

      Es un intercambio justo leonina 😉 Creo que cada vez que te leo a vos hay hasta cierta intención de obedecer o integrar una perspectiva.

      Gracias!

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